Tercer disco de los hermanos Reid en las antípodas del ruidoso y seminal Psychocandy, pero con ese sabor agridulce de melodías y distorsión aún presente. Apoyados por una base rítmica sintetizada -pionera para una banda de rock en esa época- los rebeldes escoceses daban más de lo que muy bien sabían hacer: grandes canciones a partir de simples acordes.
Para los fans que se quedaron en su primer época este disco es un paso en falso, pero aunque su música se fue "amansando" con el tiempo, solo ellos se atrevieron en los 90 a mostrar su descontento con el mercado musical gritando a los cuatro vientos "Yo odio el rocanrol", evidenciando la esencia de lo que siempre fueron: revoltosos, impuntuales, irónicos, arrogantes...y geniales.
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