La conexión con la música rock ibérica en estas latitudes siempre adoleció de falta de información bien entrados los 90, paralelamente al surgimiento de la escena independiente, que eludía en un solo movimiento los pilares y el rudimento del punk que todos conocíamos.
La llegada de internet nos develó que el panorama de la música española era más amplio, donde se abordaba otro mensaje, otro sonido y otra forma de ver, crear y decir las cosas, aún en otro idioma.
Pero a veces ese enramado es tan amplio que algunas cosas interesantes atraviesan nuestro filtro sin darnos cuenta, tal es el caso de los madrileños Havalina, con una década tras de sí de intensos discos y gran personalidad.
Estas hojas secas son como un muro compacto de sonidos poderosos y desafiantes, empujando del cuerpo la angustia de las letras, con el veneno de la saturación guitarrera que noquea a ritmo de golpes.
Un continuo recuerdo del desamor se enfrenta a una amalgama de influencias -Pumpkins, Kyuss, Ceratti, My Bloody Valentine...- para dejar intacta la salud de la banda en un futuro próximo.
La llegada de internet nos develó que el panorama de la música española era más amplio, donde se abordaba otro mensaje, otro sonido y otra forma de ver, crear y decir las cosas, aún en otro idioma.
Pero a veces ese enramado es tan amplio que algunas cosas interesantes atraviesan nuestro filtro sin darnos cuenta, tal es el caso de los madrileños Havalina, con una década tras de sí de intensos discos y gran personalidad.
Estas hojas secas son como un muro compacto de sonidos poderosos y desafiantes, empujando del cuerpo la angustia de las letras, con el veneno de la saturación guitarrera que noquea a ritmo de golpes.
Un continuo recuerdo del desamor se enfrenta a una amalgama de influencias -Pumpkins, Kyuss, Ceratti, My Bloody Valentine...- para dejar intacta la salud de la banda en un futuro próximo.
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